Sesión 04 Estética y Filosofía de la Música. Edad Media II

Obra de Andrea Hauer

Estética y Filosofía de la Música. Edad Media II

Sesión 04

Aby Warburg (1866-1929) fundó el instituto Warburg oficialmente en 1921 en Hamburgo, con el objetivo de estudiar la trayectoria de la influencia del mundo clásico. Aby Warburg poseía una significativa fortuna que le posibilitó recopilar cuanta información podía ser valiosa para su propósito. Cuando ya no pudo hacerse cargo de la gestión de la inmensa biblioteca, será su “discípulo” Fritz Saxl (1890-1948) el que tomará el relevo y el que en 1933 con la llegada de los nazis, consigue trasladar y salvaguardar la gigantesca biblioteca a Londres. Ese mismo año Fritz Saxl y Erwin Panofsky (1892-1968), otro de los grandes historiadores del arte de todos los tiempos,  escribieron un pequeño pero significativo tratado titulado, Mitología clásica en el arte medieval. El comienzo del mismo es el siguiente:

Los primeros escritores italianos sobre historia del arte, como por ejemplo Ghiberti, Alberti y especialmente Giorgio Vasari, creían que el arte clásico había sido derrocado a comienzos de la era cristiana y que no revivió hasta que, durante los siglos XIV y XV en Italia, sirvió como fundamento de lo que es habitualmente llamado Renacimiento. Los motivos de este derrocamiento, como vieron estos autores, fueron las invasiones de los pueblos bárbaros y la hostilidad de los primeros sacerdotes y sabios cristianos (Panofsky & Saxl, 2015, págs. 11-12).

El texto argumentará que la Edad Media hizo un uso muy prolijo de las imágenes y de la mitología antigua (no solo griega o romana).

Había dos caminos posibles para este uso, uno, utilizar imágenes sin soporte literario y otro, desde los textos, pero sin soporte visual. Esto, unido al concepto de repetición, que ya hemos analizado en la sesión anterior, creó un inmenso imaginario donde se mezclaban sin ningún pudor, lo profano y lo religioso y se modificó lo que se veía necesario para poder utilizarlo con los fines que necesitaban. Podemos hablar de algo así como de una post-antigüedad, la utilizo, pero con los datos que tengo y sin plantearme un conflicto ontológico sobre la conveniencia o no del proceso. Necesitamos imágenes, pues las copiamos, necesitamos historias, pues las copiamos, eso sí, a nuestra conveniencia.

Saxl y Panofsky recogerán interesantísimos ejemplos sobre este uso de las imágenes y de los textos antiguos. Se centrarán en la figura de Zeus, Mercurio, Venus, Saturno, Afrodita, imaginería celeste, zodiaco, oficios… En la lectura de textos expondremos alguno de ellos y analizaremos la visión de estos autores.

Para entender muchas de las imágenes que nos vamos a encontrar en la pintura, escultura, miniatura medieval, es necesario saber que no todos los textos que se utilizaban en la época eran bíblicos. Se puso muy de moda la escritura de textos que contaban las andanzas de santos y santas. Quizás el más importante es el de Santiago de la Vorágine, obispo de Génova, que murió en el año 1298. Escribió La leyenda dorada, que recoge la vida y obra de 180 santos y santas. Una especie de recopilatorio de todo lo escrito hasta ahora, y aunque no muy fiel históricamente hablando, fue un referente iconográfico fundamental desde la Baja Edad Media hasta nuestros días. Dejamos el texto de Santa Cecilia para su lectura.

Antoni Amaro, en su libro Arquetipo, mito y arte en el románico, nos propone una teoría sobre las figuras de Artemisa (ántes Opis) y Zeus como arquetipos fundadores del románico. Expone una serie de argumentos para defender que la figura de Artemisa, sus cualidades e incluso su representación fueron tomadas para dar consistencia e imagen a la Virgen María. Presenta también vinculaciones espaciales. Éfeso lugar de culto a Artemisa, que pasaría a ser, según la tradición,  lugar de “enterramiento” de la Virgen María. De hecho, Éfeso fue el lugar elegido para el concilio donde se declaró a la Virgen María como Madre de Dios. Vinculará de igual forma a Zeus con la representación del Dios cristiano a través de Cristo. Este es un texto muy divulgativo que explica en su introducción el sentido de los términos iconografía e iconología, según Panofsky. Y cómo es imprescindible al enfrentarnos a la iconología, el estudio de la mitología y los arquetipos. Dejo esta introducción como lectura complementaria, para aquellos que necesitéis afianzar estos conceptos.

En el caso de Zeus como anima mundi, nos es necesario primero retomar a un autor clásico, del periodo helenístico, Plotino (205-270). Y por qué retomarlo ahora en el medievo, pues porque su obra fue totalmente crucial para entender el neoplatonismo de esta época. Dejo para su lectura las páginas 25-28 (Amaro, 2023), aunque el resumen de la doctrina de este filósofo es la extraída de la obra de Tatarkiewicz (Tatarkiewicz, 1987).

Plotino (h. 203-269/70), se diferencia de las corrientes helénicas que siguen una estética heredada de Pitágoras, Platón y Aristóteles, y se presenta como un filósofo con una nueva concepción estética. Aunque su pensamiento deriva del de Platón, considerándosele neoplatónico, no podemos obviar que les separan 600 años. Realmente encontraremos muchas diferencias entre sus ideas.

Este autor comenzó a escribir muy tarde, a los 50 años, y dejó un total de 54 tratados, recopilados en lo que conocemos como las Enéidas. Son escritos fragmentados y eclécticos pero todos bajo un sistema idealista, espiritualista y trascendente. Los libros dedicados a la belleza son Enéidas I, 6 y V, 8.

Para empezar diferencia, como Platón, entre dos mundos, “este”, el imperfecto mundo material de los sentidos y “aquel”, el perfecto, al que solo podemos acceder mediante el pensamiento. La diferencia sobre el concepto de belleza con respecto a la obra de Platón es que Platón solo concebía la belleza en el mundo ideal, “aquel”, y Plotino se la atribuye a los dos, a “este” y a “aquel”.

Para él la belleza es la única propiedad perfecta porque está vinculada con un mundo perfecto. Define la belleza de forma muy diferente a sus antecesores, rechaza que sea solo simetría, porque si fuera así, las cosas simples no podrían ser bellas, puesto que se necesita una combinación de elementos para conseguir armonía, proporción… Tampoco se podría aplicar a conceptos espirituales, a sistemas sociales… Así que la belleza no es una mera relación, sino una cualidad. La belleza es lo que se trasluce de la simetría, no la simetría en sí. Si el alma goza con los elementos sensoriales, es que esos elementos expresan el alma de forma directa. Porque un alma solo puede gozar con otra alma. Si los cuerpos son bellos, lo son por el espíritu. Estamos ante una estética espiritualista, pero no antropocéntrica, porque no se trata de un espíritu exclusivamente humano. La naturaleza está por encima del arte en belleza. Esto no implica que el artista sea un mero imitador, porque tiene también la capacidad de imaginar.

Hasta ahora el arte tenía solo una función mimética, representativa, con Plotino esto cambia «[…] no imitan simplemente lo visible, sino que se remontan a las razones de las que deriva la naturaleza; y también producen por sí mismas; pues añaden cualquier cosa que falta, como poseedoras de la belleza » (Plotino V, 8, 1). El arte nace así de la idea del artista. En Platón, la idea es trascendental, invariable, para Plotino, es una idea viva del artista, por lo tanto cambiante, pero que procede de esa otra idea, la trascendente.

Así pasamos de una idea en la mente del artista como fenómeno psicológico, como lo vería Cicerón, a una idea como fenómeno metafísico, como reflejo del modelo transcendente.

Por Nerea Rodríguez para Estética y Filosofía de la Música II, RCSMM.

Bibliografía

Amaro, A. (2023). Arquetipo, mito y arte en el Románico. Palma: José J. de Olañera.

Panofsky, E., & Saxl, F. (2015). Mitología clásica en el arte medieval. Vitoria-Gasteiz: Sans Soleil.

Tatarkiewicz, W. (1987). Historia de la estética I. La estética antigua. Madrid: Akal.

Vorágine, S. d. (1990). La leyenda dorada (Vol. 2). Madrid: Alianza Forma.