Sesión 03 Estética y Filosofía de la Música. Edad Media I

Obra de Andrea Hauer
Estética y Filosofía de la Música. Edad Media I

Sesión 03

En esta primera aproximación a la estética musical de la Edad Media comenzaremos con los autores que se engloban en el término de Patrística, ubicados aproximadamente hasta el siglo VIII y el surgimiento del imperio Carolingio.

La patrística recibe el nombre de los padres de la iglesia, pensadores que desde un punto de vista siempre teológico, reflexionaron sobre la fe y la ciencia, la existencia de Dios, la creación, la naturaleza del hombre, la conciencia… También, cómo no, sobre la instauración de un modelo de rito apropiado para el acercamiento a Dios. Será aquí donde se hablará del lugar de la música en ese rito.

La música tendrá, como veremos en los textos seleccionados, un doble carácter, como vimos ya en el pensamiento griego; como camino perfecto a Dios, con la música sacra o como mero disfrute de melodías y ritmos, con la profana. En un principio no son compatibles, cada uno tendrá su espacio, pero el deleite que provoca, aun en el templo, será motivo de muchas páginas, tipo mea culpa, en esta época.

El pensador más importante de este primer periodo fue San Agustín (354-430). Sin olvidar que su obra gira en torno a Dios, su construcción de pensamiento le da un lugar privilegiado en la historia de la filosofía.  Su lema “Creo para poder saber” es todo un referente para el pensamiento medieval.

Su aportación a la música la encontramos en una serie de libros englobados en el Tratado Sobre la música. En esta serie acomete cuestiones de carácter rítmico, y en el último título cuestiones de carácter místico. Será en sus Confesiones donde veremos esta doble faceta de la música, llegar a Dios y disfrutar con ella.

Aun así, sin embargo, cuando rememoro mis lágrimas, las que derramé al sonido de los cantos de la asamblea celestial en los albores de mi fe recobrada, y ahora el mismo hecho de que me conmueva no sólo el canto, sino las cosas que se cantan, cuando se cantan con voz transparente y “modulación” convenientísima, reconozco una vez más la gran utilidad de esta costumbre. Y así fluctúo entre el peligro de su placer y la experiencia de su salubridad…Sin embargo, cuando me conmueve más abiertamente el canto que lo que se canta, confieso que cometo un pecado digno de castigo y entonces preferiría no oír al que canta; ¡he aquí en qué punto me hallo! (San Agustín, Confesiones Libro X cap.33. Desde Polo 2008, 33)

San Agustín sigue utilizando la relación entre el número, la música, el conocimiento de Dios y su imagen en el alma a través del canto litúrgico y del canto interior. Con esta introspección encontraremos la fe y el camino a Dios. Su visión es pitagórica-platónica, y utilizará todos los argumentos ya tratamos en las sesiones dedicadas a Grecia. A través de la educación en las artes liberales, el Quadrivium, el hombre estará preparado para ver lo inmutable, la manifestación de Dios.

Severino Boecio (VI d.C), recuperado en el siglo IX, será el otro gran pensador musical de la patrística, escribió De institutione música. Sus escritos están influidos por el pensamiento pitagórico-platónico. Entre sus ideas sobresalen:

·        La diferencia entre el papel del teórico y el intérprete.

·        La música como imitador de la armonía cósmica, ordena el alma humana, de ahí la gran importancia que le da al concepto de ethos.

·        La división de la música en: mundana, humana e instrumental. Su mayor aportación.

La belleza será sinónimo de claridad para estos autores, claridad como equivalencia de la proporción más sencilla, el arte más dulce.

 

La siguiente tendencia filosófica de la Edad Media, es la conocida como Escolástica. Es el periodo de las Escuelas, que proliferan con los enclaves comerciales más importantes de Europa. Desde las catedrales y conventos hasta las Universidades y la apertura social que esto impuso. Las universidades se especializarán en carreras pero siempre dentro de las siete artes liberales: del trívium, la gramática, retórica y dialéctica y del cuadrivium ya citado, la aritmética, geometría, música y astronomía.

A este periodo se le conoce como el renacimiento carolingio, siendo Alcuino (735-804), en la corte de Carlomagno, el tratadista que asentó los ocho modos litúrgicos del canto llano.

La unificación del culto en el llamado canto Gregoriano, trajo consigo una necesidades de aprendizaje que modificaron la transmisión con la incipiente notación musical. Esto trajo consigo un sinfín de textos teóricos hasta la normalización del sistema de notación.

Será significativo el trabajo de los monjes benedictinos Aureliano de Réome (1/2 s. IX) y Remigio de Auxerve (850-908).

No podemos dejar de señalar el Concilio de Tours en el año 813, donde se debatió sobre el peligro de la música, otra vez. Y los importantes textos Musica enchiriadis y Schola enchiriadis (siglo IX), tratando aspectos técnicos y estéticos.

Ya en el siglo XI, Guido de Arezzo (951-1050), seguirá con los problemas de la función del intérprete y el teórico e intentará suavizar la brecha entre teoría y práctica, gracias a la notación esto se irá consiguiendo, contribuirán muy significativamente Franco de Colonia y Gerónimo de Moravia, ambos de la segunda mitad del siglo XIII.

Empiezan a cambiar muchas cosas, por ejemplo el Abad Engelberto de Admont (1297-1331) adelanta que solo podemos hablar de lo que escuchamos, proponiendo la música la exterior como la que tenemos que tener más en cuenta.

El subjetivismo frente al universalismo, comienza a estar muy presente en los pensadores escolásticos y esto tiene un reflejo claro en la música y sus efectos, considerados ya como una respuesta individual al hecho artístico y por lo tanto se dan nuevas consideraciones sobre la belleza. El oído pasa a ser un elemento fundamental en la recepción musical. El hombre comienza a ser poco a poco medida de las cosas.

Autores como Marchetto de Padua (1274-1319), Simón Tunstede (1310-1369) aportarán ideas muy novedosas y poco a poco se dará paso a reflexionar sobre la música profana.

Las disputas entre el ars antiqua y el ars nova nos dejará la famosa bula de Juan XXII. La polémica duró años, y de nuevo sobre lo mismo, música=oración, música=placer. La polifonía trajo consigo muchos adelantos teóricos para adecuarse a la nueva realidad sonora, por lo que se fueron proponiendo nuevos sistemas de afinación.

Johannes Tinctoris (1435-1511), entre dos épocas, escribirá para su alumna Beatriz de Aragón el primer diccionario de términos, con una clara referencia ya al humanismo.

Por Nerea Rodríguez para Estética y Filosofía de la Música, RCSMM.

Bibliografía

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